Nos estamos quedando sin agua. Melchor Morán para Ensamblaideas.
Se calcula que hay 1300 millones de personas en todo el mundo sin acceso a agua potable. La vida de 1300 millones de seres humanos es de zozobra y absoluto padecimiento por esta razón. En nuestro país, 2 millones de hogares sufren todos los días para conseguir agua, lo cual significa que alrededor de 7 millones y medio de personas en México tienen que acarrear agua de pozos o ríos cercanos, o contratar pipas que les surtan de este líquido que tanto utilizamos en nuestra vida.
Y es que el agua, ese extraño compuesto sobre el que la vida en el planeta se logró desarrollar y, de la que dependemos para subsistir, es en realidad muy poquita en el planeta. De la cantidad total, el 96,5 % es agua salada y se distribuye entre los océanos, mientras que sólo el restante 3,5 % es agua dulce y se encuentra a nivel superficial en forma de ríos y arroyos, a nivel subterráneo en forma de acuíferos naturales, y en forma de hielo en los polos y cimas de montañas.
Conforme se derriten los polos, grandes cantidades de agua dulce se disuelven en el mar. El incremento en las temperaturas del planeta, propician la evaporación de otra parte importante, pero encima de todo, la producción agrícola e industrial de nuestra civilización consume cantidades abrumadoras de este líquido en la producción de alimentos y todo tipo de bienes. Un kilo de trigo requiere 1500 litros de agua para su producción, un kilo de carne de vacuno requiere 15 mil litros para ser producido. Unos zapatos deportivos consumen en promedio 4400 litros de agua en su producción, un solo pantalón de mezclilla de 3000 a 7000 litros de agua que tras los procesos industriales será desechada como agua inservible para consumo humano y, dependiendo de la empresa y sus procesos de impacto ambiental, sus descargas contaminarán aún más los ríos y cuencas donde están ubicadas, multiplicando exponencialmente el daño a nuestras reservas de agua utilizable para la vida humana.
El problema es brutal en dimensión y complejidad, sobre todo en un país como el nuestro en donde tenemos el honroso segundo lugar después de Chile, con mayor estrés hídrico en latinoamérica, es decir que consumimos más agua de la que tenemos disponible en la naturaleza.
Tenemos un problema muy serio que puede desencadenar en situaciones de crisis sociales y económicas que harían ver al desabasto de gasolina que sufrimos hace casi un año como un simpático ensayo. Cuando la gente se queda sin agua lo que está de por medio es la vida y de ese tamaño es la reacción.
En Puebla el río Atoyac es un vergonzoso recordatorio de lo dejados y ajenos que hemos sido en el cuidado de nuestro sistema hídrico. Hoy tenemos un absoluto desastre ambiental, tolerado por todos los gobiernos que han pasado por Puebla, pero lo que es peor, ignorado por la sociedad. Los poblanos hemos decidido voltear la cara y hacer como que no importa. Pero hay un grupo de poblanos que decidieron hacer algo y darle la cara al río; hace unos años fundaron una asociación para, como ellos mismos lo declaran: Impulsar la regeneración de la cuenca del alto Atoyac haciéndola relevante, vertebrando voluntades, detonando acciones colectivas de impacto, y vigilando la actuación de sus responsables, para generar una actitud y participación comunitaria permanente, convirtiéndose en inspiración para otras cuencas.
Si ustedes también quieren hacer algo por el agua de Puebla, les recomiendo entrar a su sitio, dalelacara.org, afiliarse a este movimiento ciudadano y participar y apoyar, hay muchas maneras de hacerlo.

El problema de nuestra cuenca, el problema del agua, como todos los serios problemas que enfrentamos no tienen solución salvo que nos organicemos y unamos esfuerzos como sociedad; los ciudadanos, las empresas y los gobiernos.
Coca Cola y Rotoplás son ejemplos interesantes de empresas que están innovando y tomando acciones en pro del agua. En otro ejemplo, el gobierno de la Ciudad de México ha comenzado a implementar un programa de Cosecha de lluvia, y ha instalado ya 9 mil receptores pluviales en casas particulares; su meta es de 100 mil para los próximos 6 años.

¿Qué esperamos en nuestra ciudad y en nuestra casa para comenzar a cosechar agua de lluvia?
Como siempre la innovación y salirse de la caja es nuestro mejor aliado para cambiar el estado de cosas.